Bendecido para ser una bendición
Historias para alentar y fortalecer – Día Mundial de Oración de Wycliffe 2021
Historia de Translators Association of the Philippines (TAP)
(Una historia sobre Ignacio Magangat)
La muerte suele venir de forma inesperada. Cuando Ignacio era joven, la muerte de su padre fue algo inesperado. Al ser mayor que sus hermanos, Ignacio se encargó de ayudar a su madre a enviarlos a la escuela. Esa es la actitud típica de alguien de la tribu balangao en la provincia de La Montaña. Él soñaba con convertirse en marinero para apoyar las necesidades de su familia.
Las bendiciones también pueden llegar de forma inesperada. «La mayor bendición vino cuando escuché por primera vez la Palabra de Dios en mi idioma», indicó Ignacio. «El mensaje de gracia y de perdón de Dios me conmovió profundamente. Me inspiró a unirme al equipo de correctores de las porciones traducidas de las Escrituras a nuestro idioma».
En un momento dado, tuvo la bendición de terminar un curso en el que se capacitó para ser marinero. Por un tiempo, Ignacio pensó que podría ser parte del comité de correctores por solo un año y que luego perseguiría su sueño y bendeciría a sus propios hermanos. En su mente, era como matar dos pájaros de un tiro. Mientras hacía su trabajo como corrector de la Biblia traducida en su idioma, sintió que Dios le hablaba y confrontaba con respecto a sus planes de dejar su puesto después de un año. Dios lo confrontó directamente con Mateo 6:24: «Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas» (RVR1960). Eso lo desafió a servir a Dios de forma incondicional. Ignacio declaró: «Señor, a donde sea que me guíes, yo te seguiré. Pongo las necesidades de mi madre y de mis hermanos en tus manos».
Luego fue bendecido con trabajos aun mayores en el ministerio de traducción bíblica. Un día, Ignacio acompañó al equipo de investigación lingüística a una tribu vecina llamada majukayong, que en ese momento estaba involucrada en una guerra tribal e inmersa en una cultura de venganza. En esa ocasión le preguntó a uno de los majukayongs: «Tienen sacerdotes que presiden reuniones dominicales y les enseñan la Palabra de Dios; entonces, ¿por qué siguen matándose unos a otros? ¿Cómo reflejan el amor al prójimo?».
El hombre se aclaró la garganta y dijo: «Vine a Balangao durante una de sus conferencias bíblicas. Vi sus caras de alegría mientras le cantaban alabanzas a Dios. Vi que ustedes entendían lo que se leía porque estaba traducido en su idioma. ¿Qué hay de nosotros? No tenemos lo que tienen ustedes».
Ignacio casi se echó a llorar y tomó esa carga como una invitación de Dios para bendecir a sus prójimos, así que dijo: «Si Dios quiere, vendré a hacerlo para ustedes». La tribu balangao gentilmente bendijo a Ignacio para que respondiera al llamado de Dios de bendecir al pueblo majukayong.En 1992, junto a su esposa Luth y a toda su familia, Ignacio se mudó a la aldea de los majukayong para ayudarlos a traducir la Palabra de Dios. Lo impulsaba la pasión de conducirlos a algo que habían estado esperando por mucho tiempo.
Hoy en día, hay una copia del Nuevo Testamento en majukayong en cada hogar de la tribu. Es ampliamente utilizado en iglesias evangélicas y anglicanas entre otras. El poder transformador de la Palabra de Dios en la lengua materna también se evidencia en el actual pacto de paz entre los majukayong y una tribu vecina.
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