Narrar la historia bíblica

Más que un museo

1569 Biblia del Oso

La Biblia del Oso de 1569, la primera traducción de la Biblia al español a partir de las lenguas originales. Imagen: museo Maná

Hoy en día, en muchas partes de América y del mundo occidental, no es ningún secreto que la gente está dejando de adquirir conocimiento bíblico. Maná, Museo de las Sagradas Escrituras, una organización de la Alianza ubicada en Ciudad de México, busca fomentar el conocimiento de la Biblia y sus orígenes, así como alimentar el deseo de leerla y de traducirla.

Puede que algunos se lleven una sorpresa al ver que un museo forma parte de las organizaciones de la Alianza Global Wycliffe. Sin embargo, los líderes del museo Maná comparten la pasión por inspirar a la gente a explorar la Biblia, su historia y teología. Por medio de clases, conferencias, exposiciones y una biblioteca de recursos, el museo Maná es un centro de exploración académica y descubrimiento personal, además de un tesoro lleno de artefactos y textos.

«El museo Maná es, definitivamente, más que un simple museo», afirma David Cárdenas, director del área de las Américas de la Alianza Global Wycliffe. «Es un ministerio que contribuye de formas únicas, por medio de sus dádivas y experiencia, para bendecir a quienes participan del Movimiento de traducción de la Biblia en las Américas». Dado su compromiso con la corriente de participación en la capacitación de la Alianza, el personal del museo Maná participa colaborativamente en el fortalecimiento de otros centros de capacitación con el curso «La imagen de Dios y las lenguas».

El museo también proporciona material a la Alianza y otras organizaciones asociadas para que puedan utilizar en distintos actos. Por ejemplo, en 2019, el museo Maná colaboró con la Sociedad Bíblica de Chile al proporcionarle materiales para completar una exposición de Biblias traducidas localmente. 

Dr. Cristian Gómez, fundador del museo. Imagen: museo Maná

Un sueño hecho realidad

Mientras el Dr. Cristian Gómez, fundador del museo, crecía en Ciudad de México en la década de 1970, pudo acceder fácilmente a un rico patrimonio de tesoros culturales gracias a los numerosos museos de la capital. Era un estudiante con una profunda fe en Dios cuando se percató de que no había ningún un museo que mostrara la historia de aquel libro que es, en sí mismo, un tesoro del patrimonio de la humanidad: la Biblia.

Gómez inició una colección de Biblias, y pronto pasó de tener cuatro a tener cien ejemplares. Se contactó con iglesias y otros grupos para crear un museo, pero no hubo interesados. Comenzó a montar exposiciones en espacios culturales tales como bibliotecas académicas e incluso en estaciones de metro. Con el tiempo, y tras pasar por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y otras instituciones durante su carrera académica, se convirtió en profesor, pastor y teólogo.

Nuevos Testamentos en las lenguas chatinas de México. Imagen: museo Maná

En el año 2000, a pesar de lo limitados que eran sus recursos, Gómez dio un paso de fe y estableció el Museo de las Sagradas Escrituras, Maná, en Ciudad de México. Fue el primer museo de la Biblia en toda América. (El Museo de la Biblia en Estados Unidos abrió en 2017). Entre los ejemplares del museo se incluyen 3000 Biblias, Nuevos Testamentos y pasajes de las Escrituras en 400 idiomas, incluidas muchas de las lenguas indígenas de México.

El museo también ha formado una importante biblioteca de más de 6000 libros sobre teología e historia de la Biblia. Gómez ha dedicado 35 años a la recolección de copias de textos antiguos, con el fin de elevar la educación sobre el «texto más leído y traducido de la humanidad».

Una página de la copia facsímil del Códice Sinaítico que se encuentra en el museo. Imagen: museo Maná

Entre las colecciones del museo se encuentran:

  • Copias facsímiles del Códice Sinaítico del siglo IV y de la Biblia de San Luis, un manuscrito iluminado conocido por sus hermosas ilustraciones.
  • Un ejemplar de la primera Biblia en español impresa en América en 1836: la Biblia de Vence, que estaba en dos idiomas (latín y español) y constaba de 25 volúmenes y un atlas.
  • Copias facsímiles de la traducción al alemán de Lutero y de las traducciones al inglés de Wycliffe y Tyndale.

La visión, según afirma Gómez, es «preparar discípulos que continuarán en las próximas generaciones, sirviendo a todas las comunidades cristianas y despertando el interés en todos los sectores de la sociedad por conocer y valorar el Libro de los libros…».

Arrojando luz sobre un libro prohibido 

Es una visión que requiere «nadar contra corrientes» establecidas hace mucho tiempo en la cultura mexicana. Traducir la Biblia (e incluso leerla en lenguas distintas al latín) estuvo prohibido en México durante 300 años. En el siglo XVI, misioneros católicos romanos de España iniciaron la traducción de catecismos y porciones de las Escrituras a lenguas indígenas. Sin embargo, tras el Concilio de Trento de 1545, para evitar la propagación de la herejía, los dirigentes eclesiásticos decretaron que la Vulgata latina era la única fuente fiable de las Escrituras. Se opusieron a la traducción de la Palabra de Dios a lenguas vernáculas sin contar con la aprobación de la iglesia y ordenaron que las porciones traducidas se destruyeran.

La traducción de 1831 del Evangelio de Lucas al náhuatl . Imagen: museo Maná

No fue sino hasta 1827 que la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera envió Biblias españolas a México. Aun así, los primeros ejemplares permitidos fueron colecciones para nada cómodas ni baratas de 10 volúmenes, que incluían textos apócrifos y extensos comentarios aprobados por la iglesia. Los esfuerzos por traducir las Escrituras a las lenguas indígenas resurgieron en México en el siglo XIX, fomentados por los reformadores. (El museo Maná posee uno de los pocos ejemplares que se conservan de la traducción de 1831 al náhuatl del Evangelio de Lucas).

Sin embargo, incluso cuando a mediados del siglo XIX se dictaron leyes que limitaron los poderes de la Iglesia y declararon la libertad religiosa, estas libertades recién adquiridas no desencadenaron una revolución de lectura de la Biblia en México. Areli Hernández, directora del museo, señala que, incluso hoy en día, muchos mexicanos están acostumbrados desde hace tiempo a simplemente confiar en la doctrina que enseña la iglesia, aunque tengan una Biblia en casa.

Areli Hernández, directora del museo Maná, habla con Steve Ottaviano de la organización JAARS en la Conversación Mundial de 2023 en Bogotá. Imagen: Jim Killam

«Lo que preocupaba al fundador [del museo]», explica Areli, «era lograr que la sociedad mexicana contara con un espacio para conocer la Biblia por lo que es, ver cómo se formó, por qué existen tantas traducciones de la Biblia y cuál es la historia de su traducción, de los cánones (bíblicos)».   

Invitar a una exploración personal

El museo recibe a todas las personas, independientemente de sus creencias e inclinaciones denominacionales, para que exploren de primera mano la evidencia y los documentos de la historia de este libro, que ha sido tan amado como «denostado». Según Areli, los visitantes preguntan cosas como: ¿Cuál fue la primera Biblia? ¿Por qué la versión católica tiene más libros? ¿Por qué estaba prohibido traducir o leer la Biblia en otras lenguas que no fueran latín? ¿Cómo se hacen las traducciones a las lenguas indígenas?

Visitantes del museo Maná aprendiendo sobre las exposiciones de la Biblia. Imagen: museo Maná

También muestran una profunda hambre espiritual, añade Areli. Algunos estudiantes vienen porque sus profesores les dicen que lo hagan, pero nunca han leído la Biblia. Muchos viven en un contexto cultural que desalienta esta práctica. Una vez que vienen al museo, comienza a interesarles leer la Biblia por sí mismos.

Aprendiendo sobre la historia de la Biblia. Imagen: museo Maná

«Simplemente queremos mostrarles que el mensaje central de la Biblia es algo que pueden entender al leerla directamente», explica Areli, «y que está intrínsecamente ligado al amor de Dios en Cristo. Y a muchos de ellos comienza a interesarles hacer cursos, los cuales ofrecen un espacio más amplio para dialogar, debatir o investigar más sobre los fundamentos de las creencias de cada uno».

Visualizando la iglesia

Otra función que desempeña el museo Maná, por medio de sus exposiciones y conferencias consiste en ayudar a la iglesia a entender la importancia de la traducción de las Escrituras. Hoy en día, en México, muchas iglesias, tanto católicas como protestantes, apoyan la traducción de las Escrituras a las lenguas vernáculas y, de hecho, participan del proceso.

Anuncio de la exposición «La Biblia para todos los pueblos del mundo» que tuvo lugar en Oaxaca en 2022. Imagen: museo Maná

En 2022, el Museo Maná se asoció con la orden franciscana para presentar una exposición de la Biblia en el Templo y convento de San Francisco de Asís, en Oaxaca. Bajo el título «La Biblia para todos los pueblos del mundo: Hacia los 500 años del Evangelio en México», la exposición incluyó exhibiciones de los rollos del mar Muerto, de la Vulgata latina, de la primera traducción de la Biblia al español a partir de textos fuentes originales, publicada por Casiodoro Reina en 1569, y traducciones a siete lenguas indígenas de México. 

Personal del museo junto a colaboradores el día de la inauguración de la exposición Oaxaca. De atrás a la izquierda a derecha: Hermano Vicente (vicario de la Parroquia de San Miguel Arcángel, Panixtlahuaca), Martin Eberle (director de SIL Mexico), Victor Méndez (museo Maná), hermano Joel Cosme (ministro provincial, Oaxaca) De izquierda a derecha: Betiana Moncada, Areli Hernández (directora, museo Maná), Aracely Velázquez. Foto: museo Maná

«Me siento sumamente agradecido por el compromiso del museo Maná», afirma Marc Schwab, director de SIL Mexico. «Se esfuerzan mucho para que la Biblia sea parte de los pensamientos y las conversaciones de las iglesias y los individuos de México, compartiendo sobre la historia, el impacto y la importancia de la Biblia. Y, lo que es más, también comparten tanto sobre las necesidades como sobre el progreso de la traducción de la Biblia a las lenguas indígenas de México».

Al compartir sobre la historia de la Biblia, el museo busca despertar la pasión por su mensaje y traducción.

«Anhelamos que la iglesia, tanto indígena como no indígena, crezca en su comprensión de la historia de la revelación [escrita por Dios]», dice Areli, «y vea el valor de su formación. Eso implica ayudar a cada persona a apreciar cada traducción como un acto histórico de gran valor. Entonces, podrán decirle al mundo que la Biblia es el acto cultural más importante de la historia de la humanidad, y que conocer su mensaje espiritual es un derecho humano universal».

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Un riesgo que vale la pena correr: Traducir la Biblia al español

Cuando la Reforma protestante se extendió por España en el siglo XVI, se centró especialmente en el monasterio de San Isidoro del Campo en Sevilla. Allí, un monje llamado Casiodoro de Reina y otros miembros de la orden adoptaron las creencias protestantes tras estudiar los materiales escritos por Martín Lutero y otros. Reina y los otros monjes abrazaron el énfasis que hacía la Reforma en el acceso a las Escrituras en la lengua vernácula y la libertad de interpretación personal, en contraste con tener que leer la Biblia en latín y recibir la instrucción del clero. Así como sus contemporáneos Martín Lutero y William Tyndale arriesgaron sus vidas para traducir la Biblia al alemán y al inglés, Reina arriesgó su vida para traducir la Biblia al español. Huyó a Ginebra en 1557 con otros once monjes, justo antes de que las autoridades pudieran arrestarlos. (Los líderes de la Inquisión martirizaron a algunos de los monjes que se quedaron).

Primera página de Génesis de la Biblia del Oso de 1569. Imagen: museo Maná

Reina fue trasladándose de un lugar a otro para escapar de la Inquisición. Continuó con la traducción, probablemente con la ayuda de sus colegas, remitiéndose a segmentos de las Escrituras traducidas anteriormente al español y a textos originales en hebreo y griego. Reina publicó la Biblia completa en español en 1569 en Basilea. Esta Biblia fue conocida como La Biblia del Oso por la ilustración de la portada en la que aparece un oso comiendo miel. Debajo de la ilustración aparece impresa una cita en hebreo y en español de Isaías 40:8: «La Palabra del Dios nuestro permanece para siempre». El museo Maná posee uno de los únicos ejemplares que se conservan de esta Biblia.

Portada de la Biblia del Oso de 1569. Imagen: museo Maná

Tras la muerte de Reina en 1594, otro monje proveniente de San Isidoro, Cipriano de Valera, publicó una revisión en 1602. Esta versión se convirtió en la tan ampliamente utilizada Biblia Reina Valera, que ha sido revisada y actualizada en las distintas ediciones hasta la actualidad.

 

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Historia: Gwen Davies y Jim Killam, Alianza Global Wycliffe

Las organizaciones de la Alianza pueden descargar y usar las imágenes de este artículo.

Un agradecimiento especial a Alan Arriaga Robles (director de Origines International Schoolhouse) por su ayuda con la interpretación de la entrevista.

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