La Situación de la Gran Comisión

En 1900, el cristiano más representativo del mundo era un hombre europeo. En el próximo cuarto de siglo, podría ser una mujer nigeriana.

Este es quizá el mayor cambio mundial que se menciona en el nuevo informe del Movimiento de Lausana sobre La Situación de la Gran Comisión. Mientras el cristianismo disminuye en Europa y Norteamérica, crece rápidamente en el África subsahariana y en partes de Asia.

El nombre de Lausana se debe a una reunión de líderes cristianos de 150 países que se celebró en Suiza en 1974. Un pacto firmado en aquel evento, y que sigue vigente hoy, “desafió a los cristianos a trabajar juntos para dar a conocer a Jesucristo en todo el mundo”.

“Ahora la misión es de todos los continentes a todos los continentes”, afirma el informe. “Con la excepción de Europa, todas las regiones del mundo envían y reciben más misioneros que hace 50 años”.

Paul Kimbi (izquierda) y Bryan Harmelink

El extenso informe abarca mucha más información de la que podría tratarse en una sola sesión, aunque hemos hablado con dos miembros del equipo de liderazgo de la Alianza Global Wycliffe sobre algunas de sus implicaciones para los movimientos de traducción de la Biblia. Paul Kimbi es asesor de la Alianza para programas de traducción de la Biblia. Bryan Harmelink es director de colaboración. He aquí una versión editada de esa conversación:

 

La Alianza se enriquece con este tipo de conocimiento y pensamiento estratégico, e incluso a veces se la cita como fuente en este informe. ¿Te ha sorprendido algo de lo que has leído?

Paul Kimbi:

No me sorprende que tengamos esta demografía en África. Sin embargo, una de las razones que se atribuyen es el aumento del espacio político democrático. Aún no lo he asumido completamente. Creo que la Gran Comisión y las misiones siempre han fluido hacia África, incluso en oligarquías y otras situaciones que no eran democracias. No veo ningún país en África, excepto los países religiosos, en el que se haya cerrado el espacio para que las misiones fluyan en África.

Bryan Harmelink:

Tengo algunas preguntas —y todavía no he leído todo el informe— sobre la parte del cristianismo policéntrico. En los cursos de maestría que he desarrollado, quiero cambiar la terminología que utilizo, de policéntrico a polilocal. La principal duda que tengo es sobre la palabra centro. El Espíritu Santo interviene en muchos más lugares de los que podemos identificar como centros. Utilizar el término policéntrico desplaza la atención del centro occidental a otros centros. Pero no creo que vaya lo suficientemente lejos en el reconocimiento del carácter universal de lo que Dios está haciendo en el mundo. Y no depende de lo que la gente identifique como centros.

La diferencia de ser considerado un campo de misión a ser considerado un país que envía misiones es muy importante. No obstante, refleja nuestra condición humana —incluida la mía— de querer ser el centro. Pero dondequiera que actúe el Espíritu Santo, donde dos o tres se reúnan en el nombre de Jesús, es donde se encuentra la Iglesia.

En cuanto al crecimiento del cristianismo, ¿qué es lo que ves en algunas naciones africanas que sea diferente de lo que el resto del mundo podría estar experimentando ahora? ¿Qué es lo que sorprendería a la gente del resto del mundo?

PK:

Estoy pensando en el título de un artículo que leí, De Cristianizar África a Africanizar el Cristianismo. Creo que hay mucha Africanización del Cristianismo y, retomando el término de Bryan, mucho arraigo del Cristianismo en muchas partes de África. Así que estoy de acuerdo con Bryan en que si hablamos de policentros, si llegamos a una nación como Camerún, la capital política y quizá las zonas urbanas podrían ser (consideradas) como los centros. Ahora bien, cuando uno va a las aldeas, es allí donde se va a encontrar con un cristianismo sólido. Y la gente de esos pueblos adora a Dios a su manera. Por eso creo que cuando se habla del cristianismo en África, se generaliza demasiado.

Parte del informe habla de dar. Y no estoy seguro de que esto pueda captar lo que es realmente dar en el contexto africano. Porque si medimos el dar solo en términos monetarios, nunca podremos abarcar a la anciana de este pueblo que busca leña en un bosque cercano a su granja, y luego viene y la ofrece en la iglesia. Se la da al pastor. Nunca se podrá medir a este grupo de jóvenes que fueron a labrar esta granja y la plantaron para el pastor y el pastor tendrá estas cosechas. Esto es algo que está sucediendo en África y en las zonas locales que creo que no se puede medir. Cada pueblo se apropia del cristianismo a su manera. Tratar de explicar el cristianismo sin utilizar los conceptos locales, los modismos locales y la cultura local es algo que, cuando el mundo ve África, puede que vea estas categorías generales, pero no los detalles de lo que ocurre en las aldeas.

BH:

Esto me recuerda el libro de Simon Chan, Grassroots Asian Theology, en el que dice que no se conoce la teología asiática a menos que se vea cómo se vive nuestra fe a nivel local, en las aldeas.

A medida que aparecen más expresiones locales del cristianismo, sin muchas influencias externas, ¿cómo abordan los movimientos de traducción de la Biblia los riesgos de que las cosas tomen rumbos equivocados desde el punto de vista teológico?

PK:

Creo que el riesgo siempre ha estado ahí. Cuando piensas en las revisiones judías de las cosas griegas, y en las formas helenísticas de hacer las cosas, ese riesgo siempre ha estado ahí. Es el riesgo de lo que los teólogos han llamado sincretismo. Pero ¿qué es el sincretismo?

BH:

Es lo que el otro hace, pero yo nunca hago.

PK:

Exactamente. Es una manera de percibir las formas adecuadas de adorar a Dios en mi cultura. La tensión siempre está ahí.

Incluso dentro de una comunidad local, siempre hay esas dinámicas en las que se enfrentan opiniones y puntos de vista. Incluso dentro de una comunidad local, siempre existe el mover del Espíritu Santo. Eso es algo en lo que debemos fijarnos para saber que lo que estamos haciendo, lo que Dios nos está revelando, muestra que vamos por buen camino.

Es un punto de inflexión interesante, entre querer dejar actuar al Espíritu Santo y sentirse responsable de la buena doctrina.

BH:

Me recuerda a una sección de uno de los escritos de Andrew Walls. El autor cuenta la historia de un visitante del espacio exterior que viene a la Tierra en diferentes momentos de la historia de la iglesia. El siglo II, luego el año 325 —uno de los concilios de la iglesia— y luego el año 600 visitando a un monje en Irlanda. De ahí salta al siglo XIX y a una gran conferencia misionera en Inglaterra. Y luego a 1980 visitando una iglesia en Nigeria. Las conclusiones del visitante espacial son: En estos diferentes momentos de la historia de la iglesia, la Iglesia no se parece en nada a la iglesia de otros momentos. Lo que los monjes hacían en el año 600 habría sido considerado totalmente inapropiado por los líderes misioneros y eclesiásticos de Inglaterra en el siglo XIX.

El caso es que esa misma diversidad se da en la iglesia de hoy. Formas de adoración y predicación y otros tipos de cosas. En la iglesia a la que asistimos aquí en Pennsylvania, la gente de otras partes del mundo se pregunta si el Espíritu Santo ha llegado a nuestra iglesia. Es una exageración, pero lo que se percibe como vitalidad en un lugar no existe en otros. Simplemente existen estas múltiples formas culturales y otras formas de adoración y reunión en la iglesia que son irreconocibles para alguien que las observa desde fuera.

Así que el riesgo de herejía siempre ha estado ahí. Por eso nuestra verdadera ancla siempre ha sido reconocer que el Cuerpo de Cristo es responsabilidad del Espíritu, y que el Espíritu de Dios actúa a través de la iglesia, incluso con las cosas que parecen desviarse de la verdadera doctrina.

Este mapa del Movimiento Lausana muestra los cambios previstos en la población cristiana mundial entre 2020 y 2050. Las cifras indican las regiones (no los países) con mayor crecimiento previsto. Por orden, son África Central, África Oriental, África Occidental, Melanesia, Asia Meridional, Asia Sudoriental, América Central y África del Sur.

El informe habla de las poblaciones de la diáspora y afirma que “ya no se puede definir a las personas no evangelizadas únicamente desde el punto de vista geográfico”. Históricamente, gran parte de los movimientos de traducción de la Biblia se han centrado en grupos de personas que vivían en lugares específicos. ¿Cambia esto nuestras estrategias?

PK:

Volviendo a la afirmación de que las misiones van en espiral de un lugar a otro—es fundamental. Tiene que ayudarnos a considerar las estrategias que ponemos en marcha para la traducción. Debe ayudarnos a cambiar nuestro enfoque tradicional de la traducción—un proyecto de traducción se concibe como algo que se hace en una aldea remota, en un lugar remoto, para un grupo étnico. Y eso se debe a ese idioma asentado en ese lugar. Creo que eso ya no es así. Y no es solo que se haga en todo el mundo. Incluso a nivel nacional, ese pueblo remoto está muy disperso. Está en las zonas urbanas. Y está en todas partes a nivel nacional, pero también a nivel internacional.

Si te planteas un proyecto de traducción y tienes ese pueblo en mente y dices: “Los hablantes de este idioma viven en este lugar”, creo que puedes terminar con una Biblia pero sin personas. Porque si vas allí, puede que no encuentres a esas personas.

Así que la estrategia tiene que cambiar. Y también tienen que cambiar las influencias sobre el tipo de comunicación: “Hicimos esta traducción y era un libro, y fuimos a este lugar porque la gente vive aquí. Teníamos que alfabetizarlos para que leyeran este libro”. Eso también tiene que cambiar. Si las personas que hablan este idioma están por todas partes, no solo en esta zona de Camerún, sino también en las calles de Maryland, entonces, si se trata de una misión, hay que buscar la manera de llegar a ellas, pero también de llegar a ellos.

Uno de los paradigmas de cambio que se está poniendo de moda ahora es lo que se ha denominado traducciones multimodales. Multimodal y multimedia. ¿Cómo me dirijo a la gente en todas partes de un modo que les resulte accesible y cómodo? Quizá me dirijo a los que están en la parte tecnológica del mundo con tecnología y medios avanzados, y me dirijo a los que están en la parte oral del mundo con tecnología oral y de formas que les resultan más accesibles.

Así que creo que la idea de pensar que una traducción se basa en una ubicación geográfica limitada está un poco fuera de lugar ahora.

BH:

Durante décadas, la atención se centró sobre todo en las aldeas remotas. Esa fue, en cierto sentido, la nueva frontera del SIL y Wycliffe en el movimiento de traducción de la Biblia, ya que a principios del siglo XX las Sociedades Bíblicas se centraban principalmente en los idiomas nacionales, al igual que la mayoría de las agencias de misión… Por consiguiente, uno de los cambios a la contribución significativa del SIL y el movimiento Wycliffe, ha sido el trabajo con los pueblos remotos y marginados en partes del mundo de difícil acceso. Pero eso ha cambiado. Todavía existen algunos de esos pueblos remotos, pero tal como decía Paul, esas comunidades están ahora dispersas en su propio país y en sus países vecinos y en su continente y por todo el mundo. Recuerdo que en México algunos colegas se dieron cuenta de que en Los Ángeles vivía una población indígena mayor que la que había en esa zona de México. Lo primero que pensaron fue: “Tenemos que encontrar la manera de distribuir lo que estamos haciendo aquí entre esa gran población de Estados Unidos”.

Entonces creo que ha habido y sigue habiendo gente que piensa: La población que ha emigrado vive ahora en un país rico. Tienen dinero. Pueden apoyar los esfuerzos de traducción que se realizan en el país de origen. No digo que ninguna de las dos cosas esté equivocada. Pero si nos limitamos a la distribución o a la recaudación de fondos, no creo que estemos donde hay que estar. Porque se trata de personas de esa sociedad y cultura e idioma que viven en lugares diferentes.

Wycliffe Ethiopia es uno de los únicos ejemplos que conozco de una organización que realmente tiene lo que yo llamaría un equipo de traducción transnacional, en el que se hacen cosas en determinados idiomas en Etiopía y en la comunidad expatriada de EE. UU. Así que no se trata solo de una cuestión de distribución o de recaudación de fondos, aunque también las hay, sino de aprovechar las tecnologías para que el equipo represente a las personas que viven en distintos países. Creo que es un paso muy importante.

 

Este es un vistazo al cristianismo mundial en cuatro imágenes entre 1900 y 2020, más una proyección para 2050. (Los porcentajes indican la proporción de cada región en la población cristiana mundial). Observemos especialmente el declive de Europa y el ascenso de África.

Para terminar esta conversación, ¿hay alguna recomendación que harías a los líderes de las organizaciones de la Alianza a la hora de analizar el informe Lausana? ¿Podría malinterpretarse?

BH:

En la sección sobre el auge de África, mi impresión fue que es muy desafortunado utilizar la palabra “África”, porque era casi como si se hablara de África como un país y no como un continente sumamente complejo. Me llamó la atención el gráfico, en el que se pretende mostrar lo grande que es el continente situando a Estados Unidos en el desierto del Sahara y en África Occidental, y mostrando todos los países que caben en el continente. Ese gráfico casi hace que parezca que están comparando el tamaño de un país con el tamaño de otro.

Los comentarios sobre que África es más democrática—bueno, sí, se pueden encontrar ejemplos de ello. Pero también muchos ejemplos contrarios. Se puede hablar de “la juventud de África” por el número de habitantes menores de cierta edad. Pero creo que en la Alianza debemos ser cautelosos a la hora de utilizar incluso nuestras designaciones de área —sí, tenemos un director para las Américas y para África, pero aun así existe una complejidad que fácilmente se puede descartar por el uso de ese tipo de términos.

PK:

Creo que incluso la forma en que diferenciamos el mundo y hablamos del Norte Global y del Sur Global procede de una visión dualista del mundo. Aplicamos estos conceptos binarios que no tienen por qué existir. Se generaliza demasiado.

Otra cosa que me gustaría mencionar es la Gran Comisión. Creo que se da por sentado que todo el mundo entiende lo que es la Gran Comisión. Por lo que he leído, parece que se supone que la Gran Comisión es solo la proclamación del evangelio. Como Alianza, hablamos de un ministerio integral. Y eso incluye lo que se ha llamado ministerio encarnacional. Así que la Gran Comisión no solo se refiere a la proclamación, sino también a la demostración del evangelio.

BH:

En algunos lugares parecía que se hablaba de alguna forma de cristianismo global. Desde mi punto de vista, eso también es una advertencia. Sí, lo ideal es que todo el cuerpo de Cristo se aferre a lo esencial de nuestra fe. La vida, muerte, resurrección y ascensión de Cristo y el Cuerpo de Cristo siendo lo que es en el mundo. Todo lo que es fundamental.

Sin embargo, no creo que exista un cristianismo global. Tenemos múltiples expresiones locales de nuestra fe que necesitan unirse, manteniendo esa diversidad en la unidad. La desafortunada percepción errónea del cristianismo global es que se trata de una forma impuesta a la que todo el mundo debe ajustarse. Podemos hablar de un cristianismo que se extiende por todo el mundo, pero no creo que esta idea de que existe un cristianismo global encaje con las expresiones locales de la Iglesia.

¿Qué implicaciones tiene este enfoque “polilocal” para los movimientos de traducción de la Biblia?

PK:

Un valor que tenemos como Alianza es la comunidad, la pertenencia a la comunidad y la comunidad que se expresa a través de la interdependencia. ¿Cómo podemos aprovechar nuestros dones, nuestros conocimientos y recursos para satisfacer las necesidades y permitir una participación eficaz en la misión de Dios? Para ello es necesaria la interdependencia dentro del movimiento de traducción de la Biblia. Una metáfora que estamos utilizando estos días es la de ecosistema. El movimiento de traducción de la Biblia es un gran ecosistema con varios subsistemas. Todos están interconectados y se necesitan para que el todo florezca. Esto requiere humildad y recibir y alimentar humildemente la retroalimentación. Para la Alianza en particular, tenemos corrientes de participación, reconociendo así que hay áreas de enfoque y que otros pueden hacer ciertas cosas mejor. Una relación de complementariedad.

Tenemos que ser conscientes de la naturaleza polilocal y polifónica del movimiento y dejar espacio para la participación de todos y cada uno con la comprensión y el pensamiento global de que esta es la misión de Dios.

BH:

Una de las afirmaciones del informe de Lausana que hemos citado antes era “Ahora la misión es de todos los continentes a todos los continentes”. Esto es cierto, pero parece que el movimiento de traducción de la Biblia sigue avanzando hacia esta realidad. Si tenemos en cuenta quién está implicado en la traducción y en el trabajo a nivel de proyecto en todo el mundo, se han producido cambios muy significativos.

Sin embargo, si nos fijamos en otros aspectos del movimiento, se necesitan más cambios para que la toma de decisiones, la dotación de recursos y los procesos de garantía de calidad se “polilocalicen” en el contexto mundial. En este sentido, siguen existiendo importantes remanentes del modelo de misión “de Occidente al resto”. El cambio se está produciendo, pero es lento. Anhelo que llegue el día en que las expresiones locales del Cuerpo de Cristo en todas partes participen tanto como sea posible en los procesos de traducción y garantía de calidad basados en la iglesia y la comunidad.

 

Historia: Jim Killam, Alianza Global Wycliffe

Para descargar los gráficos y leer el informe completo de Lausana, pulsar aquí.

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